Orientar nuestra alma hacia Cristo
Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes
3 de mayo de 2022
Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes
3 de mayo de 2022
Es cierto que tenemos que llevar nuestras cargas y trabajar duro, pero al mirar hacia Cristo con esperanza y amor, se nos darán bendiciones compensadoras que nos unirán a Él de maneras poderosas, incluso si nuestro desafío persiste.
Tenemos la intención de modificar esta traducción cuando sea necesario. Si tiene sugerencias, por favor mándenos un correo a speeches.spa@byu.edu
¡Hola, alumnos, profesores, amigos, familiares y personal de BYU! En realidad, los sureños nos sentimos más cómodos al decir simplemente: “¡Hola a todos!”.Ahora, antes de comenzar este devocional, tengo que compartir una pequeña experiencia que tuve el 1 de mayo de 2014, con su maravilloso y, en ese momento, recién nombrado presidente de BYU, Kevin J. Worthen. Él, la hermana Worthen y yo, junto con unas mil hermanas de la Sociedad de Socorro, estábamos de pie junto a largas mesas en el pabellón Smith aquí en el campus, llenando cajas de alimentos para la ayuda humanitaria. Teníamos puestas redecillas para el cabello, unas amarillas muy bonitas.
De casualidad, me tocó trabajar junto al presidente Worthen por un rato. Su trabajo consistía en sostener abierta una bolsa de plástico mientras yo echaba frijoles y lentejas adentro. Lo estábamos haciendo bastante bien hasta que, o bien la siguiente bolsa de plástico no se abrió lo suficiente, o me distraje y no vi la bolsa, porque de repente al presidente Worthen le cayeron lentejas sobre los zapatos. Allí estaba, con frijoles en los pies y una redecilla en la cabeza.
Me miró con una sonrisa un tanto triste y dijo: “Bueno, hoy es mi primer día en este trabajo”. Presidente Worthen, ¡usted ha llegado muy lejos!
Hermanos y hermanas, espero que cuando salgamos de este devocional, el Espíritu nos haya confirmado dos verdades. Primero, espero que sepamos que cuando nos centramos fiel e intensamente en Jesucristo, recibimos Su fortaleza en nuestras almas. Segundo, al actuar de acuerdo con esa fortaleza espiritual y hacer las cosas a Su manera, comprenderemos más profundamente que no hay otro nombre ni senda por el cual la salvación llegue a nosotros, “sino en el nombre de Cristo, el Señor Omnipotente y por medio de ese nombre”1.
¿Cómo nos centramos constantemente en Cristo y actuamos de acuerdo con Su fortaleza? A lo largo del día, elegimos ser receptivos al Espíritu y actuar de acuerdo con esas impresiones. Cada semana, hacemos convenio de recordar siempre a Cristo. El presidente Russell M. Nelson ha enseñado: “Nada invita más al Espíritu que centrar la mira en Jesucristo”2.
Cuando era niña, durante los calurosos y bochornosos veranos de Luisiana, mi padre nos prometía que si lo esperábamos y estábamos listos cuando él llegara a casa del trabajo, nos llevaría a nadar a la piscina del parque municipal.
La mayoría de las tardes, a las 5 de la tarde, dos de mis hermanos menores y yo esperábamos en la acera caliente frente a nuestra casa, vestidos con nuestros trajes de baño y con toallas alrededor del cuello, mirando seriamente la esquina al final de la calle. Ni siquiera el pavimento caliente lograba interrumpir nuestra concentración, aunque a veces saltábamos a la fresca hierba del patio delantero por un momento, sin desviar la mirada de la esquina más alejada de la calle.
Cuando el Ford verde de papá doblaba la esquina, gritábamos de alegría, saltando de un lado a otro.
Él se bajaba del auto, se quitaba la corbata y decía: “Vuelvo enseguida”. Pronto regresaba en traje de baño y nos dirigíamos a la piscina.
¿Por qué los tres, siendo niños pequeños, nos manteníamos tan concentrados? ¿Por qué estábamos tan seguros de que podríamos ir a nadar? Era porque conocíamos a nuestro padre. Sabíamos que nos amaba y habíamos sentido su amor. Él sí cumplía sus promesas y por eso confiábamos en él. Y también sabíamos que tenía un poder que nosotros no teníamos: ¡podía conducir un auto y llevarnos a la piscina! Así que nos centrábamos en él —nuestro conductor infalible— y confiábamos en que nos llevaría a donde queríamos ir.
¿Conocemos verdaderamente al Señor, sentimos Su amor y confiamos en Su capacidad omnipotente para llevarnos a un lugar de sanación, amor y progreso? Si es así, ¿miramos hacia Él continuamente?
¿Dónde está su enfoque durante la vida diaria y dónde está su enfoque cuando enfrentan desafíos? El presidente Nelson ha dicho: “Mis hermanos y hermanas, ¡les ruego que dediquen tiempo al Señor!”3.
¿Cuánto tiempo le dedicamos al Señor y cuánto tiempo al mundo? Cuando queremos respuestas, ¿nos fijamos primero en las opiniones de moda de los demás o en las filosofías del mundo? ¿Buscamos primero en internet, con la esperanza de descubrir cómo tener confianza en situaciones sociales o cómo elegir una especialidad, o descubrir consejos para llevarnos bien con nuestros compañeros de cuarto o incluso maneras de sanar de las heridas más profundas de nuestro corazón? ¿Se halla el Señor lejos de los pensamientos y de las intenciones de nuestros corazones?
Si dependemos solo del mundo y de sus respuestas, tarde o temprano nos decepcionaremos. La sabiduría espiritual, la paz real, la sanación y el discernimiento divino nos llegan de Jesucristo por medio del Espíritu Santo. No provienen de las opiniones del mundo.
Nosotros elegimos la dirección de nuestros pensamientos y acciones. Nosotros elegimos adónde acudir en busca de ayuda.
Se requiere esfuerzo mental para volvernos a Cristo cuando otros lugares ofrecen respuestas más rápidas. Cuanto más nos volvamos a Él, lo recordemos y aprendamos de Él en las Escrituras, más confiaremos en Él y acudiremos en Su nombre al Padre Celestial en busca de guía.
Hace poco tuve una agradable conversación con una campeona olímpica. Se llama Noelle Pikus Pace, ganadora de la medalla de plata en la carrera de skeleton en los Juegos Olímpicos de 2014 en Sochi, Rusia. Le pregunté a la hermana Pace, junto con su esposo, Janson, sobre el trineo de skeleton y cómo rayos lo manejaba, ya que iba acostada boca abajo sobre el trineo con las manos a los costados mientras se movía sobre el hielo a unos noventa kilómetros por hora. Escuchemos lo que dijo [se mostró un video]:
Neill Marriott: Noelle, gracias. Es un privilegio estar aquí contigo y con Janson en su hermosa casa. Me siento muy honrada de que puedas pasar tiempo conmigo. No sé nada de carreras de skeleton o trineos o como lo llames, pero ¿podrías hablarnos de lo que es, cómo compites, cómo entrenas, cómo conduces, cómo te dejas caer boca abajo en ese trineo y te deslizas por la pista, y qué papel ha desempeñado Janson?
Noelle Pikus Pace: Bueno, el skeleton es un deporte loquísimo en el que un atleta corre y se tira boca abajo sobre lo que es prácticamente una bandeja de horno. Bajamos casi volando por la ladera de una montaña a noventa millas por hora y manejamos usando los hombros y las rodillas, aplicando presión, una presión muy ligera, para guiar el trineo todo el camino por un recorrido de una milla de largo para, con suerte y finalmente, cruzar la línea de meta.
Marriott: Y el trineo mide solo un metro de largo, ¿verdad?
Pace: Sí, mide alrededor de tres pies, y pesa unas sesenta y cinco libras, así que tiene algo de peso. De hecho, Janson construyó y diseñó mi trineo para los Juegos Olímpicos de 2010 y 2014, por lo que en realidad sabe mucho más sobre la composición del trineo. Y luego yo disfruto al conducirlo por la pista.
Marriott: Janson, ¿cómo supiste cómo hacer esto, y porque ella lo puede dirigir con solo mover los hombros? ¿Qué hace el trineo?
Janson Pace: Tenía un poco de experiencia en diseño con Solidworks, un programa de modelado 3D, y me pareció una oportunidad divertida. Lo más importante es que ella de verdad necesitaba un trineo para deslizarse por la pista. Me di cuenta de que para que ella pudiera concentrarse y resbalar por la pista hacia donde tenía que ir, necesitaba equipo que la ayudara a hacerlo. Y por un tiempo, le estaba costando encontrar el equipo adecuado, así que un día —un verano, supongo que debería decir— crucé los dedos y me puse a trabajar.
Noelle Pace: Le dedicamos muchas oraciones y mucho esfuerzo a esto.
Marriott: Es un largo trayecto. Te lesionaste en… ¿fue en 2004?
Pace: Poco antes de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006, me atropelló un trineo. Recuerdo que, en ese momento, cuando ese sueño olímpico se desvaneció en una fracción de segundo, me di cuenta de que tenía que tomar una decisión. Podía mirar atrás y sentirme molesta y frustrada por haber perdido esta gran oportunidad, o podía elegir seguir adelante. En ese momento, decidí seguir adelante con la ayuda de un gran equipo, con el apoyo de mi esposo, mi familia y tantas personas maravillosas a mi alrededor. Pudimos regresar. Y para hacer eso, tuve que fijar metas a lo largo del camino.
Marriott: Entonces, ¿cómo llegas a la línea de meta, al objetivo, cuando no tienes volante? No parece haber ningún signo visible de control.
Pace: Bueno, como novata, muchas veces cometes el error de pensar que son cambios masivos los que debes hacer para lograr completar todo el trayecto por la pista. Pero como atleta de élite, comienzas a darte cuenta de que son los cambios sutiles, y que algo tan simple como mirar a dónde quieres ir te llevará a donde necesitas estar. “A donde mires es a dónde irás” es una declaración que me repetí a mí misma durante años antes de alcanzar ese podio olímpico. Simplemente mira a dónde quieres ir y luego haz los ajustes sutiles para llegar allí.
Marriott: Bien, muchas gracias. Gracias por tu sabiduría, tu coraje y tu determinación a salir adelante después de haberte quebrado las piernas y pasar por todo tipo de problemas antes. Se me quedó grabada tu declaración de que vas a donde miras. Para mí, hay gran sabiduría en eso, y se aplica a nuestra vida y a todas nuestras decisiones y elecciones. Gracias por el gran ejemplo que has dado. Ha sido un placer hablar contigo.
Pace: Muchas gracias.
La hermana Pace dijo: “A donde mires es a donde irás”. También dijo que hizo cambios sutiles en sus esfuerzos por terminar la carrera. Por lo general, no es un cambio masivo lo que debemos hacer para regresar al Señor y a Sus caminos.
¿Hasta dónde quieren llegar? A fin de cuentas, queremos volver a nuestro glorioso hogar celestial con nuestros padres celestiales. Y el Salvador es el único camino de regreso a la presencia de nuestros padres celestiales. Es esencial que aceptemos Su acto expiatorio. El élder Tad R. Callister escribió: “Aunque nuestra vida pueda parecer vacía y sin sentido… hay un renacer milagroso… que emerge de nuestra aceptación del Salvador y su Expiación”4. ¿Comprendemos la verdad absoluta que se declara en 1 Nefi 10:6? “Todo el género humano se hallaba en un estado perdido y caído, y lo estaría para siempre, a menos que confiase en este Redentor”.
Necesitamos ayuda. Necesitamos Su gracia. ¡Y las tendremos si confiamos en Cristo!
A veces, cuando Su gracia parece tardar en llegar, debemos demostrar que nos tomamos en serio lo de confiar en Cristo. El presidente Dieter F. Uchtdorf habló de esperar “de forma activa… [y] persistir en algo y hacer todo cuanto podamos…, incluso cuando los deseos de nuestro corazón se ven demorados”5.
Cuando nuestra hija Georgia, de veintiún años, resultó gravemente herida en un accidente, su padre y yo estábamos sirviendo una misión en Brasil. Nos apresuramos a tomar un vuelo de regreso a los Estados Unidos. Confiábamos en que el Señor contestaría nuestras fervientes oraciones. Georgia recibió una bendición del sacerdocio de parte de un digno poseedor del sacerdocio —su hermano— y sabíamos que el Señor tenía el poder para sanarla, pero murió antes de que nuestro avión aterrizara. Habíamos orado para que viviera.
¿Escuchó el Señor nuestras oraciones? Sí. ¿Las contestó de la manera en que le suplicamos que lo hiciera? No. ¿Debimos habernos alejado amargamente de Él y haber buscado otra fuente de paz y entendimiento? No. No hay otra fuente de paz duradera y vida eterna que no sea Jesucristo. A veces nos sentimos abrumados por nuestros problemas, pero el Señor es más fuerte que nuestros desafíos. Él nos da fortaleza e inspiración para enfrentarlos.
Me encanta la perspectiva que tuvo Nefi cuando Lamán y Lemuel se quejaron, diciendo que Labán, guardián de las planchas de bronce, “es un hombre poderoso, y… puede matar a cincuenta; luego, ¿por qué no a nosotros?”6
Nefi declaró: “seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor, pues he aquí, él es más poderoso que… Labán con sus cincuenta, o aun con sus decenas de millares”7.
¡El Señor es más poderoso que nuestros temores, nuestras desilusiones, nuestro cansancio e incluso las profundas heridas de nuestros corazones! Él es el gran sanador y guía a través de nuestras aguas profundas; Él espera a que vengamos a Él.
Es cierto que tenemos que llevar nuestras cargas y trabajar duro, pero al mirar hacia Cristo con esperanza y amor, se nos darán bendiciones compensadoras que nos unirán a Él de maneras poderosas, incluso si nuestro desafío persiste.
El acudir al Señor con humildad y constancia nos conduce al arrepentimiento, un cambio de corazón y de acción. En 2021, nuestro profeta, el presidente Nelson, dijo: “Pensé en la necesidad de que cada uno de nosotros retire, con la ayuda del Salvador, los viejos escombros que hay en nuestra vida8.
¡”Viejos escombros”! He sentido el cansancio que causan los viejos escombros. Ya sea que se trate de dudas inquietantes acerca de las verdades del Evangelio, pecados, resentimientos, temor, ira, confusión, orgullo u otras cosas, ¿tienen viejos escombros en su vida? El Espíritu puede guiarnos a reconocer con sinceridad nuestras profundas cargas emocionales y a despojarnos de ellas.
En Jacob 4:5 leemos acerca de la fe de los nefitas: “Guardamos la ley de Moisés, dado que orienta nuestras almas hacia [Cristo]” (cursiva agregada).
¿Qué orienta sus almas hacia Cristo? ¿Tienen un sistema de apoyo que los haga acudir a Dios? Esos nefitas tenían testigos que orientaban sus almas hacia Cristo.
En Hebreos 12:1–2 leemos:
Por tanto, nosotros también, teniendo a nuestro alrededor tan gran nube de testigos, dejemos a un lado todo… pecado que nos rodea, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.
Me encanta esa frase: “gran nube de testigos”.
Nuestra nuera, Marian Marriott, es madre de siete hijos y corredora. De hecho, acaba de correr hace dos semanas la media maratón de Salt Lake City bajo la lluvia y el frío.
Mientras corría, tenía el apoyo de su familia (su esposo, su hermano y su padre) para animarla en el camino. Marian tenía a su alrededor su nube de testigos que le hacían saber que podía terminar esa carrera. Debemos ser testigos los unos de los otros, testificando que, con Jesucristo, nosotros también podemos terminar nuestra carrera.
¿Corrió Marian su carrera arrastrando un cubo de basura lleno detrás de ella? ¡No, claro que no! Corrió la carrera dejando a un lado todo obstáculo que pudiera retenerla, concentrándose únicamente en la línea de meta, sin escombros. ¡Y lo logró!
Nosotros también estamos corriendo la carrera de la vida. Nosotros también tenemos una nube de testigos que orientan nuestra alma hacia la línea de meta y hacia nuestro Autor y Consumador, Jesucristo. Tal vez llevamos un cubo de basura lleno de escombros que nos está frenando. Verdaderamente hagamos lo que dijo el presidente Nelson y “retire[mos]… los viejos escombros que hay en nuestra vida”.
Para mí, eso significa arrepentirnos y purificar nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestras relaciones. ¡Tenemos gente a nuestro alrededor para ayudar con este proceso! Cuando la vida esté llena de preocupaciones, miremos a los testigos del Señor que nos rodean. Esos testigos podrían ser semejantes a las herramientas y el equipo que Janson y Noelle Pace mencionaron. La hermana Pace necesitaba su trineo para llegar a la línea de meta. Para nosotros, tal vez nuestro trineo sean las Escrituras, nuestros convenios del templo, el don del Espíritu Santo, los profetas, nuestra familia y nuestros amigos y líderes de barrio, cualquier cosa que nos oriente hacia Cristo. Estos testigos nos animan a volvernos a Él y comenzar el proceso de abandonar los pecados que tan fácilmente nos asedian.
Puede que incluso agreguemos nuevos escombros personales que limiten nuestro acceso al Espíritu. Mi esposo, David, y yo hemos estado remodelando parte de nuestra casa, ¡y con facilidad me he visto asediada por las tentaciones! Tengo que estar en guardia, porque cuando me siento a estudiar las Escrituras cada mañana, si no tengo cuidado, ocurre un fenómeno extraño. Busco las Escrituras y, he aquí, ¡encuentro una revista de decoración del hogar en mi mano! Si miro esta revista en lugar de alejarla, de repente me doy cuenta de que hay una lámpara o una alfombra a la venta que estoy segura de que necesito. Luego simplemente tengo que entrar a la computadora portátil para ver si puedo encontrarlas y si están en oferta, y ahí me hundo en un agujero de decoración del hogar mientras las Escrituras solo se quedan esperando.
Esas revistas no son pecaminosas, pero no importan en comparación con las verdades eternas. No tienen poder para brindarnos guía espiritual que nos lleve de regreso al Señor.
En 2009, el presidente Uchtdorf dio un discurso en la conferencia general sobre lo que es más importante. Mencionó un accidente aéreo en el que murieron más de cien personas.
Después del accidente, los investigadores trataron de determinar la causa. De hecho, el tren de aterrizaje había descendido correctamente. El avión estaba en perfectas condiciones mecánicas; todo funcionaba debidamente, todo, excepto una cosa: una bombilla o un foco que se había fundido. Aquella pequeña bombilla, que costaba unos 20 centavos, dio comienzo a la cadena de acontecimientos que condujeron a la trágica muerte de más de cien personas.
Naturalmente, la bombilla que no funcionaba no causó el accidente; éste se produjo porque la tripulación centró su atención en algo que por el momento parecía importante, haciéndoles perder de vista lo que era de más importancia9.
¿Qué es lo que más desean? ¿Qué es lo más importante para ustedes?
En verdad, la hermana Pace tiene razón: a donde miremos es a donde iremos. Así que, en nuestros planes, acciones y conversaciones diarias, miremos hacia el Salvador, conectándonos con Él, la fuente de nuestra fortaleza y felicidad.
¡Centrarse en las cosas eternas requiere esfuerzo mental, emocional y espiritual! El presidente Nelson nos aconsejó: “el Señor ama el esfuerzo, porque el esfuerzo brinda recompensas”10. Realmente no podemos actuar de forma distraída si queremos obedecer con éxito al Señor y conectarnos con Él.
¿Qué quiere decir amar al Señor con todo nuestro poder? ¿Alguna vez han llegado a su límite absoluto? ¿Alguna vez han dado todo dentro de ustedes para mantenerlo a Él en sus pensamientos y actitudes diarios?
Mi familia y yo estábamos haciendo rafting en el río Green hace algunos años. Nuestro guía nos había dicho que nos quedáramos en el bote. Nos dijeron que, si decidíamos saltar cuando el agua estaba tranquila, debíamos mantenernos cerca del bote, porque si nos acercábamos a los rápidos y estábamos muy lejos del bote, el guía no podría sacarnos a tiempo. Sin embargo, si estábamos en el agua y lejos del bote y nos acercábamos a los rápidos, debíamos girar y poner los pies para empujarnos contra las rocas. ¡No me gustaba la idea de empujar rocas o ir rebotando por los rápidos!
Pero me estaba divirtiendo en el agua y me estaba moviendo bastante rápido delante de la balsa cuando escuché el fuerte sonido de los rápidos más adelante. Me di la vuelta y grité: “¡Sáquenme!”.
El guía me gritó: “¡Nada hacia nosotros!”.
Presa del pánico, comencé a nadar con todas mis fuerzas hacia el bote, pero la corriente me arrastraba hacia atrás más rápido de lo que avanzaba hacia la balsa. Todo en mí quería evitar pasar por esos rápidos rocosos. Pataleaba tan fuerte como podía, con los ojos fijos en la proa de la balsa, ¡estaba resuelta!
Justo en el último momento, la balsa se acercó y el guía extendió la mano, me agarró y me arrojó dentro de la balsa. De inmediato el agua nos arrastró sobre las rocas y la turbulencia.
Todos mis pensamientos y deseos habían estado concentrados en regresara la seguridad de esa balsa. Imaginen todo lo bueno que inundaría nuestras vidas si permaneciéramos aferrados a Jesucristo y a Su amor sin importar nuestras circunstancias.
Jesucristo ha dicho: “Mirad hacia mí en todo pensamiento”11. De nuevo se recalca ese esfuerzo mental. Cuando miramos hacia Él, el Señor se vuelve el enfoque de nuestra mente y de nuestro corazón.
Alma, hijo, estaba muy enfocado al acudir al Salvador:
Y aconteció que mientras así me agobiaba este tormento, mientras me atribulaba el recuerdo de mis muchos pecados, he aquí, también me acordé de haber oído a mi padre profetizar al pueblo concerniente a la venida de un Jesucristo, un Hijo de Dios, para expiar los pecados del mundo.
Y al concentrarse mi mente en este pensamiento, clamé dentro de mi corazón: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí!…
Y he aquí que cuando pensé esto, ya no me pude acordar más de mis dolores; … y ¡oh qué gozo!12
Invitamos el poder y la fe a nuestra vida mediante nuestra lealtad incondicional a Cristo. Y entonces, a pesar de nuestras debilidades, se nos sacará del río, se nos llevará a la piscina, senos brindará apoyo al cruzar la línea de meta e incluso, cuando sea necesario, se nos darán las palabras correctas para decir. Porque cuando nos centramos en el Señor y nos sujetamos con Su yugo al Señor, Él se convierte en el hacedor de nuestras obras.
En Jacob 4:6 leemos acerca de las muchas cosas poderosas que podemos hacer por medio de la fe en Cristo. Luego, en el versículo 7, leemos: “El Señor Dios nos manifiesta nuestra debilidad para que sepamos que es por su gracia… que tenemos poder para hacer estas cosas”.
Cuando David y yo servimos una misión en São Paulo, Brasil, mi portugués era, en el mejor de los casos, limitado. Mi testimonio sonaba algo así como: “Tu bueno, yo feliz, el Evangelio verdad”.
Dimos muchos discursos de conferencia de estaca y yo siempre tenía el mismo discurso en portugués, fiel y desgastado, listo para leer. Entonces, un domingo por la mañana, mientras estaba sentada en el estrado en una conferencia de estaca y preparándome para subir al púlpito y leer ese discurso, de repente percibí una fuerte impresión espiritual. Me dijo algo así: “Deja tu discurso en tu asiento y habla desde el corazón”. ¡Oh, vaya!
¡Me puse nerviosa y temblorosa! ¡Mi enfoque en el Señor se agudizó considerablemente! Dirigí mi esperanza, mis pensamientos y mis sentimientos al Padre Celestial, suplicándole ayuda en el nombre de Su Hijo. Me tambaleé hasta el púlpito, miré fijamente a la audiencia y abrí la boca. Las conjugaciones verbales que usé seguramente fueron horribles, y sin duda mi pronunciación hería los oídos de todos los presentes. Al enfocarme y concentrarme directamente en el amor y la misericordia del Salvador, pude compartirlos. El Espíritu utilizó esas frases entrecortadas en portugués para transmitir la verdad. Los miembros compartieron conmigo muchos abrazos y lágrimas después de la reunión.
El Señor tomará nuestra escasa ofrenda ferviente —ya sean dos pescados pequeños y unos pocos panes de cebada13, un portugués débil o un intento sincero, aunque torpe, de reparar una relación— y la convertirá en una comida nutritiva si venimos con fe y nos centramos en Él para recibir ayuda.
Realmente no tenemos poder para crear lo bueno; todo lo bueno viene de Dios.
El rey Benjamín nos dijo que recordáramos nuestra propia nulidad14.
Ammón dijo: “Sí, yo sé que nada soy”15.
Moisés declaró: “Ahora… sé que el hombre no es nada”16.
Claro que tenemos un gran valor, pero nuestra mortalidad y estado caído nos hacen impotentes para cambiarnos a nosotros mismos y progresar en verdad y felicidad. Tenemos gran necesidad de un Redentor, y el Señor quiere que entendamos esto y acudamos a Él. De modo que, al hacer lo mejor que podamos, al afrontar las desilusiones —que la vida nos trae a todos— y al seguir confiando y actuando de acuerdo con nuestra profunda confianza y obediencia a Jesucristo, se nos promete que prosperaremos en la tierra. ¡Él es nuestra esperanza!
El artista suizo Eugène Burnand creó una pintura muy conmovedora; de hecho, tenemos una copia de ella colgada en nuestra casa, en un lugar que nos recuerda que debemos mirar al Señor resucitado.
En esta obra de arte de 1898, titulada Los discípulos Pedro y Juan corren al sepulcro en la mañana de la resurrección, vemos a dos apóstoles, Pedro y Juan, correr por el paisaje de Jerusalén al amanecer, aparentemente hacia el sepulcro. Sus rostros miran hacia adelante con esperanza y confianza mientras sus abrigos vuelan hacia atrás y sus manos están entrelazadas al frente. Todo su ser está orientado hacia el Señor resucitado. Nosotros también podemos estar tan firmemente orientados como ellos, ser así de optimistas, sentir esa misma confianza en nuestro Redentor.
Dediquemos tiempo cada día a mirar hacia nuestra única fuente de salvación, sanación, poder y bondad: nuestro Salvador, Jesucristo. Al hacerlo, testifico que Él nos acercará a Sí mismo, nos dará gracia amorosa en nuestra vida diaria y, con el tiempo, nos llevará de regreso a nuestros padres celestiales.
En el nombre de Jesucristo. Amén.
Neill F. Marriott, quien fue Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pronunció este discurso devocional el 3 de mayo de 2022.