Henry B. Eyring
Primer Consejero en la Primera Presidencia
En la conferencia general de abril de 2012 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los miembros de todo el mundo escucharon con atención mientras un hombre alto pero modesto hablaba con ternura sobre una ocasión en la que le pidió a Dios que le diera “montañas que ascender”¹. El presidente Henry B. Eyring sabe lo que significa “escalar montañas” para el Señor y, en lugar de quejarse, aprende a disfrutar de la vista.
Vida temprana, servicio misional y educación
Hijo de Henry Eyring, un renombrado químico y educador, y de Mildred Bennion, una madre a quien Spencer W. Kimball dijo que había sido “pulida por Dios mismo”, Henry Bennion Eyring vino al mundo el 31 de mayo de 1933 en Princeton, Nueva Jersey. Henry, o “Hal”, creció como un joven centrado y responsable. Estudió física, sirvió en quórumes del sacerdocio y jugó al baloncesto. Asistió a la Universidad de Utah. Su educación se vio interrumpida durante dos años por su servicio en Nuevo México, donde sirvió en la fuerza aérea y como misionero de distrito, antes de graduarse con un título en física en 1955.
Aunque la ciencia era la pasión de su padre y había ocupado gran parte de su vida, Henry descubrió que su pasión no era la física. Su padre le animó a encontrar algo que le apasionara tanto que pensara en ello cada vez que no tuviera que pensar en nada más. En busca de esa vocación, Hal ingresó en la Universidad de Harvard y obtuvo una maestría y un doctorado en negocios, graduándose en 1963. En ese momento, dice, era tan ingenuo que no se daba cuenta de la importancia de asistir a Harvard. Durante sus estudios de doctorado, renunció voluntariamente a un valioso tiempo de estudio para servir en un llamamiento que le obligaba a viajar mucho los domingos, visitando otras ramas en Massachusetts y sus alrededores, una zona aún emergente de la Iglesia. Esta experiencia le enseñó el valor del sacrificio, y atribuye gran parte de su éxito en el programa de negocios a las bendiciones con las que fue compensado.
Familia y carrera
En 1962, mientras trabajaba para obtener su doctorado, se casó con Kathleen Johnson en el Templo de Logan, Utah. Tuvieron cuatro hijos y dos hijas, quienes ahora tienen sus propias familias. Ella dijo que, a pesar de sus compromisos profesionales y eclesiásticos, “Hal nunca tuvo dudas sobre quién ocupaba el primer lugar en su corazón. Vivía en un entorno muy competitivo… pero siempre dio prioridad a su familia”².
Henry B. Eyring encontró su pasión en la enseñanza. Como miembro del cuerpo docente de la Escuela de Negocios de Stanford, acababa de obtener la plaza fija cuando Kathleen le animó a ponerse en contacto con el élder Neal A. Maxwell porque sentía que podía haber algo más que él pudiera hacer. Poco después, en 1971, fue llamado a dejar su puesto seguro en una prestigiosa universidad urbana y trasladarse a la pequeña ciudad de Rexburg, Idaho, para servir como presidente del Ricks College (hoy Universidad Brigham Young–Idaho). Henry no solo decidió, tras mucha oración, ir a Ricks, sino que también permaneció allí durante seis años, renunciando a una oferta de trabajo muy bien remunerada y prestigiosa en el sur de California. Cuando el presidente Spencer W. Kimball le preguntó por su decisión, él respondió que no lo consideraba un sacrificio.
Servicio en la Iglesia
El presidente Eyring luego fue llamado al Obispado Presidente en 1985, el quórum de los setenta en 1992, el quórum de los doce apóstoles en 1995, y la Primera Presidencia en 2007. Como Autoridad General de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ha dedicado su vida a servir al Señor, permitiendo que cada experiencia sea una oportunidad de aprendizaje y convirtiéndose en un humilde discípulo de aquellos a quienes sirve.
Desde muy temprano en su vida, el presidente Eyring recibió una impresión espiritual de que sus experiencias tenían un propósito más grande que él mismo. Durante muchos años después de recibir esa inspiración, escribió diariamente en su diario cómo había visto la mano del Señor en la vida de su familia, registrando esas experiencias para que sus hijos las recordarán³. Sin embargo, esta inspiración se ha hecho realidad de muchas más maneras, ya que ahora utiliza con frecuencia sus experiencias de vida para enseñar y bendecir a otras personas en todo el mundo. Sus palabras son esperadas con entusiasmo por su profunda perspectiva espiritual y por la tierna emoción con que las comparte.
[1] Presidente Henry B. Eyring, “Montañas que ascender” Conferencia General, abril de 2012.
[2] Elder Robert D. Hales, “Presidente Henry B. Eyring: Llamado por Dios,” Liahona, Julio 2008.
[3] Presidente Henry B. Eyring, “O Recordad, recordad!,” Liahona, November 2007.