El Libro de Mormón: ¿Creación del hombre o don de Dios? | BYU Speeches Español
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El Libro de Mormón: ¿Creación del hombre o don de Dios?

Presidente General de la Escuela Dominical de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

1 de noviembre de 2016

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¿Por qué es importante que ustedes reciban un testimonio personal del Libro de Mormón? Porque si lo hacen, se convertirá en su barra de hierro personal.


Tenemos la intención de modificar esta traducción cuando sea necesario. Si tiene sugerencias, por favor mándenos un correo a speeches.spa@byu.edu

El Libro de Mormón es la clave de nuestra religión

Es un gusto estar con ustedes hoy. Me encanta BYU. Es donde asistí a la escuela, donde conocí a mi maravillosa esposa y donde han asistido nuestros seis hijos.

El título de mi discurso de hoy es “El Libro de Mormón: ¿Creación del hombre o don de Dios?”1. Debido a que el Libro de Mormón es “la clave de nuestra religión”, tal como lo describió José Smith2, la Iglesia se erige o se desploma en base a la veracidad de este libro.

Como resultado, si se puede probar que el Libro de Mormón es creación del hombre, entonces la Iglesia también ha sido creada por el hombre. Por otro lado, si el libro proviene de Dios, entonces José Smith fue un profeta, y si fue un profeta, entonces la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es verdadera. Es así de sencillo.

Una vez que tenemos un testimonio del Libro de Mormón como cimiento, entonces cualquier pregunta o desafío que enfrentemos en la vida, por difícil que parezca, puede enfrentarse con fe, no con duda. ¿Por qué? Porque la piedra clave de nuestra religión —el Libro de Mormón y su testimonio de Jesucristo— también se ha convertido en la piedra clave de nuestro testimonio, una piedra clave que mantiene nuestro testimonio firmemente en pie.

Por esta razón, el Libro de Mormón se ha convertido en el punto de ataque de muchos de nuestros críticos: si logran desmentir el Libro de Mormón, pueden desmentir a la Iglesia y debilitar testimonios.

Pero esa no es una tarea fácil; de hecho, es imposible, porque el Libro de Mormón es verdadero. Once testigos, además de José Smith, vieron las planchas de oro, millones de creyentes han testificado de su veracidad y el libro se encuentra fácilmente disponible para que el público lo examine. Los críticos deben ya sea descartar la veracidad del Libro de Mormón con dudas y titubeos o producir una alternativa viable al relato que cuenta José Smith: la historia de como él tradujo el Libro de Mormón por el don y el poder de Dios.

Entonces, ¿cuáles argumentos alternativos plantean nuestros críticos para explicar el origen del Libro de Mormón, y cuál es la verdad?

Argumento 1: José Smith, un hombre supuestamente ignorante, escribió el Libro de Mormón

En 1831, un clérigo llamado Alexander Campbell propuso que José Smith había escrito el Libro de Mormón en lugar de traducirlo:

Nunca ha existido un libro con tan clara evidencia de haber sido escrito por una sola mano y de haber sido concebido por una sola mente. . ., como este . . . libro. . .. No puedo dudar ni por un momento de que [José Smith] es el único autor y propietario del mismo3.

Campbell también declaró que “[José era] el bribón más ignorante y descarado que jamás [había] escrito un libro”4. Pero esta afirmación de que José Smith, siendo “ignorante” y carente de educación, pudo haber escrito una obra como el Libro de Mormón les parecía tan descabellada a otros críticos contemporáneos que fácilmente la descartaron. Incluso el propio Campbell, que propuso esta teoría, la abandonó más tarde en favor de otra alternativa5.

Así que las primeras teorías sobre el origen del Libro de Mormón comenzaron a centrarse en la premisa de que José Smith, un hombre sin instrucción, era simplemente incapaz de escribir un libro tan complejo. Después de todo, no tenía más de veintitrés años de edad, este simple labrador del oeste de Nueva York, y tenía poca educación formal. Por consiguiente, los primeros críticos llegaron a la conclusión de que debía haber alguna otra explicación para el origen del Libro de Mormón que no fuera la insólita posibilidad de que José lo hubiera escrito.

Argumento 2: Alguien más lo escribió

Por consiguiente, algunos críticos propusieron la teoría de que José Smith había conspirado con alguien que sí tenía la educación, la inteligencia y las habilidades para escribir el Libro de Mormón6. Un candidato era Oliver Cowdery. Después de todo, había sido maestro de escuela, escriba y, más tarde, abogado. Pero surgió un problema importante para los críticos: Oliver nunca afirmó haber escrito ninguna parte del libro. De hecho, testificó lo contrario:

Escribí con mi propia pluma todo el Libro de Mormón (salvo unas pocas páginas) a medida que brotaba de los labios del profeta José Smith, mientras él lo traducía por el don y el poder de Dios. . .. Ese libro es verdadero7.

Aunque Oliver fue excomulgado de la Iglesia y pasaron algunos años antes de que regresara, se mantuvo fiel a su testimonio en todo momento, incluso en su lecho de muerte. Como resultado, este argumento recibe poca aceptación hoy en día8.

Otro candidato para la autoría del Libro de Mormón era Sidney Rigdon, quien fue un ministro protestante y teólogo. La suprema ironía de este argumento, sin embargo, es que Sidney Rigdon se convirtió a la iglesia gracias al mismo libro que supuestamente había escrito. Parley P. Pratt, un exmiembro de la congregación de Rigdon, le presentó el Libro de Mormón en octubre de 1830, unos seis meses después de que el Libro de Mormón ya se hubiera publicado. ¿Tenemos testigos de que así fue como se convirtió Sidney Rigdon? Sí; de hecho, la evidencia histórica es contundente9.

Primero, la hija de Sidney Rigdon, Nancy Rigdon Ellis, tenía ocho años cuando Parley P. Pratt y Oliver Cowdery llegaron a su casa y le regalaron a su padre un ejemplar del Libro de Mormón. Dijo que recordaba el evento debido al conflicto que surgió:

Vi cómo le entregaban el libro [a mi padre] y estoy completamente segura de que él nunca lo había visto. Lo leyó y lo examinó durante aproximadamente una hora y luego lo tiró al suelo y dijo que no creía ni una sola palabra de él10.

Sin embargo, más adelante sí aceptó el Libro de Mormón, se unió a la Iglesia y llegó a ser uno de sus líderes.

Segundo, John, el hijo de Sidney Rigdon, habló con su padre mientras yacía en su lecho de muerte: “[Padre], me debes a mí y a tu familia el decir [la verdad sobre el Libro de Mormón]”.

En otras palabras, ha llegado el día final; sé totalmente honesto antes de presentarte ante el tribunal del juicio.

Luego, el hijo relató la respuesta de su padre: “Mi padre me miró un momento, levantó la mano por encima de la cabeza y dijo lentamente, con lágrimas en los ojos: ‘Hijo mío, puedo jurar ante el cielo que lo que te he dicho sobre el origen de ese libro es verdadero’”.

Después de ese tierno momento, el hijo dijo: “Yo le creí”11.

Más tarde, John se unió a la Iglesia, y así quedó enterrado otro argumento en contra de este libro.

Argumento 3: El Libro de Mormón fue plagiado de otros libros

Otros críticos ofrecieron una línea de ataque diferente; a saber, que José Smith plagió el Libro de Mormón (al menos su contenido histórico) de otros libros existentes. Una de esas teorías afirmaba que José Smith había copiado partes del manuscrito Spaulding, un manuscrito inédito que el exministro protestante Solomon Spaulding había escrito alrededor de 1812. Este relato ficticio trata de ciertos romanos de la antigüedad que intentan navegar hacia Inglaterra, pero se desvían de su rumbo y desembarcan en América del Norte. Cuando se les pidió a los críticos que presentaran el manuscrito para compararlo con el Libro de Mormón, convenientemente afirmaron que se había perdido12.

Sin embargo, con el paso del tiempo, un tal Sr. L. L. Rice encontró el manuscrito en 1884. Encontró esta “prueba contundente” entre los documentos históricos personales de uno de los mismísimos críticos que afirmaban que el manuscrito se había perdido. Ya que sabían sobre la supuesta conexión con el Libro de Mormón, el Sr. Rice, el Sr. James Fairchild y otros (ninguno de los cuales era miembro de nuestra Iglesia), revisaron el manuscrito y concluyeron: “Lo comparamos con el Libro de Mormón y no pudimos detectar ninguna semejanza entre los dos, en general o en detalle”13.

Cuando yo tenía veintitantos años, vi un aviso del Departamento de Historia de la Iglesia que decía que se podía comprar una copia del manuscrito de Solomon Spaulding por un dólar. Pedí un ejemplar y tampoco encontré ninguna relación significativa entre los dos libros14.

Al desaparecer este argumento, los críticos alegaron que la supuesta fuente del Libro de Mormón era otro libro titulado View of the Hebrews [Relato de los hebreos], escrito por Ethan Smith en 1823. Este libro intentaba probar que los pueblos indígenas de los Estados Unidos eran descendientes de las diez tribus perdidas de Israel15. En esencia, los críticos afirmaban que esa era la base histórica del Libro de Mormón.

Existe una prueba sencilla para determinar si el Libro de Mormón se copió de View of the Hebrews: simplemente hay que comparar los dos libros y decidir por uno mismo. Con total honestidad académica, B. H. Roberts, uno de los eruditos más destacados de la Iglesia, enumeró algunos posibles paralelismos16 entre los dos libros, pero luego llegó a esta conclusión: “Soy de la postura de que nuestra fe en el Libro de Mormón no solo no ha sido quebrantada, sino que es inquebrantable, y por lo tanto podemos considerar sin temor todo lo que se pueda decir en su contra”17. Poco antes de su muerte, Roberts declaró además: “Ethan Smith no desempeñó ningún papel en la formación del Libro de Mormón”18.

Yo también he leído View of the Hebrews y el Libro de Mormón. Basta con decir que estos dos libros tienen objetivos y estilos de escritura totalmente diferentes. Por ejemplo, el enfoque principal del Libro de Mormón es testificar de Jesucristo y Su doctrina. Por consiguiente, el marco histórico no es el punto central, sino la música de fondo que da contexto y énfasis a la doctrina. Sin embargo, el enfoque principal de View of the Hebrews es conectar históricamente a los antiguos hebreos con los pueblos indígenas de los Estados Unidos. Además, View of the Hebrews consiste de una serie de citas independientes y supuestas evidencias para probar esta teoría. Por otro lado, el Libro de Mormón es una narrativa coherente, una historia de familias y profetas que se esforzaron por vivir la palabra de Dios. El propósito y el estilo de estos dos libros son muy dispares19. Cualquier lector honesto puede determinar eso por sí mismo.

Argumento 4: José padecía un trastorno mental

Quienes presentaron este argumento alegaron que tales trastornos mentales le habían conferido a José Smith poderes y habilidades adicionales que le permitieron escribir lo que de otro modo no podría haber escrito por sí mismo20.

En 1931, Harry M. Beardsley escribió: “El Libro de Mormón es producto de . . . una mente caracterizada por los síntomas de la enfermedad mental más prevalente de la adolescencia: la demencia precoz”21, a veces denominada esquizofrenia.

Sin embargo, hay defectos fatales en tal argumento. En primer lugar, no hay evidencia creíble de que José tuviera algún tipo de enfermedad mental. En segundo lugar, no hay evidencia que corrobore que tales condiciones físicas o mentales otorguen mágicamente a un escritor sin experiencia, como José Smith, la capacidad de convertirse instantáneamente en un escritor diestro. Y tercero, el libro no es característico de los que experimentan tales enfermedades mentales. Incluso Fawn M. Brodie, una crítica vehemente de José Smith, reconoció este último hecho:

Los críticos recientes que insisten en que José Smith sufría de delirios han ignorado en el Libro de Mormón la evidencia contraria difícil de invalidar. La propia coherencia del libro desmiente sus afirmaciones. . ..

. . . Su estructura muestra un diseño elaborado, su narrativa se desarrolla de manera coherente y el libro demuestra una unidad de propósito22.

Como era de esperar, estos argumentos de que José Smith padecía una enfermedad mental nunca llegaron a tener mucha tracción23.

Argumento 5: José Smith fue un genio creativo que, moldeado por su entorno, escribió el Libro de Mormón

Este argumento se ha convertido en uno de los principales utilizados por muchos, si no por la mayoría de los críticos actuales. Es un giro de 180 grados con respecto a la premisa de los críticos anteriores, quienes afirmaban que José era analfabeto, ignorante e incapaz de escribir tal obra por sí mismo. De hecho, hemos cerrado el círculo, volviendo al mismo argumento presentado originalmente por Alexander Campbell en 1831, excepto que ahora se considera a José Smith brillante en lugar de ignorante.

Fawn Brodie —tal vez la principal defensora de este argumento— opinó que José Smith, el granjero sin educación, era un genio creativo que, formado por su entorno y la influencia de los libros y recursos de historia locales, escribió personalmente el Libro de Mormón. Sorprendentemente, Fawn Brodie escribió:

Sin haber escrito nunca una frase de ficción, [José Smith] se propuso una tarea que habría hecho titubear al novelista más experimentado. Pero posiblemente debido a esta misma inexperiencia, se lanzó de lleno a la historia24.

¡Pero qué afirmación tan increíble la que nos presenta! ¿Fue esa misma inexperiencia la que le ayudó a José a crear cientos de nombres, entretejerlos en el más complejo conjunto de acontecimientos y luego entrelazarlos en una historia armoniosa resplandeciente con profundas perspectivas doctrinales? Al reconocer la inexperiencia de José, Brodie ha magnificado cuán improbable es que José escribiera esta obra monumental por su cuenta.

Sin embargo, otros se han creído este argumento. ¿Por qué? Porque no tienen otra opción, excepto admitir que José tradujo el Libro de Mormón por el don y el poder de Dios, una opción que desesperadamente no quieren aceptar. Estos últimos críticos han añadido un ingrediente más a la mezcla. José Smith, dijeron, además de ser un genio, sufría de trastorno narcisista de la personalidad o trastorno disociativo o depresión25. Aquí volvemos de nuevo a las teorías de los trastornos mentales que resultaron tan ineficaces en el pasado26.

A fin de explicar la historia del Libro de Mormón, esos críticos afirman que José debe haber leído o estado familiarizado con una cantidad abrumadora de libros o ideas relacionadas con ellos. De hecho, un autor sugiere que José habría leído o recopilado información de más de treinta libros de bibliotecas cercanas con el fin de reunir la información necesaria sobre los primeros estadounidenses27. Luego se afirma que estos libros —o comentarios hechos sobre estos libros en periódicos y conversaciones— se convirtieron en la base de la narrativa histórica del Libro de Mormón28.

¿Cómo refutar este argumento? Esta es una lista de preguntas que podría plantear una persona que busca la verdad de forma sincera:

• Se encuentra en los diarios o en la correspondencia escrita de José una sola referencia —una siquiera— que sugiera que él haya leído o tenido conversaciones concernientes a cualquiera de estas fuentes históricas antes de traducir el Libro de Mormón? No29.

• ¿Existe alguna evidencia de que él haya visitado las bibliotecas donde supuestamente se encontraban estos libros? No.

• ¿Emma Smith, que estaba casada con José, mencionó alguna vez que él hubiera consultado alguno de estos libros antes de traducir el Libro de Mormón? No.

• ¿Hay algún registro de que José tuviera alguno de estos libros presentes al traducir el Libro de Mormón? No.

¿Cuántos “no” se necesitan para exponer los argumentos de los críticos como pura especulación, nada más que castillos de arena que se derrumban cuando las primeras oleadas de preguntas honestas aparecen en escena?

¿Los críticos esperan que creamos que José buscó y estudió todos estos recursos sobre la vida de los pueblos indígenas; se aprendió de memoria las conversaciones relacionadas con el tema; descartó lo irrelevante; organizó el resto en una historia intrincada que involucraba cientos de personajes, numerosas ubicaciones y estrategias de guerra detalladas; y luego lo dictó perfectamente de memoria —sin notas, sin esquemas, sin nada— un hecho que incluso los críticos reconocen?30 Y durante todo esto, nadie recordaba haberlo visto visitar estas bibliotecas, traer tales libros a casa, tener conversaciones concernientes a esta investigación, o hacer anotaciones en su diario sobre todo esto. ¿Dónde, les pregunto, está la evidencia contundente?

¿De dónde sacó José la doctrina?

Aun cuando José hubiese obtenido datos históricos de bibliotecas locales o de conversaciones en su comunidad —y no hay evidencia que lo corrobore— el verdadero problema sigue siendo: ¿De dónde sacó la doctrina profunda y expansiva que se enseña en el Libro de Mormón, gran parte de la cual es contraria a las creencias religiosas de su época? Por ejemplo, el cristianismo de ese tiempo enseñaba que la Caída había sido un hecho negativo, no positivo, como se enseña en el Libro de Mormón (véase 2 Nefi 2).

Del mismo modo, contrario a las creencias contemporáneas, el Libro de Mormón hace referencia a una existencia preterrenal en Alma 13 (véase Alma 13:1–11) y a un mundo espiritual posterrenal en Alma 40 (véase Alma 40:11–14). ¿De dónde sacó José Smith esas profundas verdades doctrinales que, de hecho, eran contrarias a las enseñanzas doctrinales prevalecientes de su época? ¿Dónde encontró el imponente sermón de Alma 32 sobre la fe? ¿O uno de los sermones más grandiosos que se hayan registrado en todas las Escrituras sobre la expiación del Salvador, tal como lo pronunció el rey Benjamín (véase Mosíah 25)? ¿O la alegoría del olivo con toda su complejidad y su riqueza doctrinal? Cuando leo esta alegoría, tengo que hacer un mapa para seguir todos los detalles. ¿Debemos creer que José Smith simplemente dictó estos sermones como si nada, sin ningún apunte en absoluto?

Las verdades doctrinales que se enseñan en el Libro de Mormón son una prueba contundente de su autenticidad divina. Nefi profetizó que en nuestros días muchísimos tropezarían en la búsqueda de la verdad. ¿Por qué? “A causa de las muchas cosas claras y preciosas que se han quitado [de la Biblia]” (1 Nefi 13:29). Estos son solo dos ejemplos de verdades doctrinales claras y preciosas que se aclararon o restauraron en el Libro de Mormón:

1. El bautismo. Gran parte del mundo cristiano debate si el bautismo es esencial o no para la salvación; tropiezan con este tema. Permítanme leer solo uno de los muchos pasajes del Libro de Mormón sobre este tema: “[Dios] manda a todos los hombres que se arrepientan y se bauticen en su nombre. . . o no pueden ser salvos en el reino de Dios” (2 Nefi 9:23). ¿Debería haber algún debate sobre la necesidad del bautismo después de leer ese pasaje de las Escrituras? El Libro de Mormón aclara lo que no está claro para gran parte del mundo cristiano.

La mayoría del mundo cristiano acepta la aspersión y la ablución como modos legítimos de bautismo. El Salvador mismo abordó ese tema en el Libro de Mormón: “Y entonces los sumergiréis en el agua, y saldréis del agua” (3 Nefi 11:26; énfasis añadido). Lo que para muchos es ambiguo está claro como el agua en el Libro de Mormón. ¿Debe uno ser bautizado por autoridad, o es suficiente con sinceridad? ¿Hacemos convenios al momento del bautismo? y, de ser así, ¿cuáles son esos convenios? ¿Debe bautizarse a los bebés?

Una y otra vez el Libro de Mormón viene al rescate, dando respuestas y restaurando muchas verdades claras y preciosas sobre el bautismo que se distorsionaron o perdieron durante la Apostasía. ¿Cómo sabía José Smith todas esas respuestas cuando el resto del mundo cristiano estaba tan confundido? Porque las recibió por revelación de Dios mientras traducía el Libro de Mormón.

2. ¿Qué hay de la expiación de Cristo, la doctrina central de todo el cristianismo? La claridad y amplitud de esta doctrina como la enseña el Libro de Mormón está más allá de toda discusión honesta. El Antiguo y el Nuevo Testamento contienen algunas joyas doctrinales sobre la Expiación (las cuales apreciamos, y nos beneficiamos de ellas en gran manera), pero el Libro de Mormón tiene numerosos sermones —obras maestras enteras— sobre el tema. Por ejemplo:

a. 2 Nefi 2 es un sermón que expande la mente sobre la relación entre la Caída y la expiación de Cristo. Mientras que el resto del mundo cristiano cree que la Caída fue un paso hacia atrás en el progreso del hombre, Lehi nos enseñó la verdad: que la Caída y la Expiación juntas son un paso gigantesco hacia adelante.

En 2 Nefi 9:7 se introduce por primera vez la frase “una expiación infinita”, revelando la expansión, el alcance y la profundidad del poder salvador de Cristo.

c. Mosíah 2–5 es el sermón del rey Benjamín. Este sermón brinda perspectivas sobre la profundidad del sufrimiento de Cristo, la naturaleza retroactiva y prospectiva de la expiación de Cristo, y el poder de la Expiación para eliminar nuestra culpa, así como nuestros pecados.

d. En Alma 7 se explica que el Salvador sufrió no solo por nuestros pecados, sino también por nuestros “dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases” (Alma 7:11).

e. El capítulo 11 de 3 Nefi es el testimonio más poderoso que tenemos del Señor resucitado, cuando 2.500 creyentes, hombres, mujeres y niños (véase 3 Nefi 17:25), se acercaron y “metieron las manos en su costado”, palparon “las marcas de los clavos en sus manos y en sus pies” y “supieron con certeza, y dieron testimonio” (3 Nefi 11:15) de que Él era el Hijo de Dios. ¿Quién puede leer ese relato y no sentir el testimonio del Espíritu testificar de su veracidad?

f. La Biblia nos enseña que, por medio de la Expiación, Cristo puede limpiarnos; el Libro de Mormón nos enseña que, por medio de la Expiación, Cristo también puede perfeccionarnos (véase Moroni 10:32–33)31.

¿Cree alguien sinceramente que José Smith de alguna manera inventó estas doctrinas profundas que contienen un convincente poder de razonamiento, ideas que expanden la mente y un lenguaje divinamente elocuente? Si esas doctrinas fueran el producto de la mente creativa de José, uno podría preguntarse: “¿No hubo otros genios creativos en los 1.800 años que siguieron al ministerio de Cristo que pudieran producir doctrinas similares?”.

El argumento de que José Smith escribió el Libro de Mormón es simplemente contrario a las realidades de la vida. Una cosa es tener ideas creativas; otra cosa muy distinta es ponerlas en un todo complejo pero coherente y armonioso, inundado de majestuosas verdades doctrinales, y hacerlos todo de una sola vez en menos de noventa días. Emma, la esposa de Joseph Smith, la persona que lo conocía mejor que ninguna otra, confirmó esta conclusión: “José Smith [cuando era un joven] no era capaz de escribir ni dictar una carta coherente y bien redactada, ni mucho menos un libro como el Libro de Mormón”32.

Una parábola que se opone a los argumentos propuestos por los críticos

En respuesta a los argumentos de los críticos en cuanto al origen del Libro de Mormón, Hugh Nibley publicó la siguiente parábola:

Hace mucho tiempo, un joven afirmó que había encontrado un gran diamante en su campo mientras araba. Exhibió la piedra al público de forma gratuita y todos tomaron partido. Un psicólogo demostró, citando algunos estudios de casos famosos, que el joven sufría de una forma bien conocida de delirio. Un historiador demostró que otros hombres también habían afirmado haber encontrado diamantes en campos y resultado engañados. Un geólogo comprobó que no había diamantes en la zona, sino solo cuarzo. … Cuando se le pidió que inspeccionara la piedra en sí, el geólogo declinó con una sonrisa cansada y tolerante y un amable movimiento de cabeza. … Un sociólogo demostró que solo tres de los 177 asistentes de floristas en cuatro ciudades importantes creían que la piedra era genuina. Un clérigo escribió un libro para demostrar que no había sido el joven, sino otra persona quien había encontrado la piedra.

Por último, un joyero indigente. . . señaló que, dado que la piedra todavía estaba disponible para que la examinaran, la respuesta a la pregunta de si era un diamante o no no tenía absolutamente nada que ver con quién la había encontrado, o si era honesto o estaba cuerdo, o quién le había creído, o si podría distinguir un diamante de un ladrillo. . ., sino que esta pregunta se debía responder simple y exclusivamente sometiendo la piedra a ciertas pruebas bien conocidas para reconocer diamantes. Se convocó a varios expertos en diamantes. Algunos de ellos lo declararon genuino. Los demás hicieron bromas nerviosas al respecto y declararon que no podían poner en peligro su dignidad y reputación al parecer que se tomaban el asunto demasiado en serio. Para ocultar la mala impresión que se había producido, alguien propuso la teoría de que la piedra era en realidad un diamante sintético, muy hábilmente hecho, pero una falsificación, al fin y al cabo. La objeción a esto es que la producción de un buen diamante sintético [en esa época] habría sido una hazaña aún más notable que el hallazgo de uno real33.

Sugerir que José Smith, un joven granjero con poca educación formal, produjo una obra sintética de Dios en 1829 que ha desconcertado a los críticos más brillantes durante casi dos siglos sería una hazaña más notable que el simple hecho de haber obtenido las planchas de oro de un ángel de Dios y haberlas traducido por el don y el poder de Dios.

Otras evidencias de que el Libro de Mormón no es creación del hombre

¿Qué otra evidencia tenemos de que el Libro de Mormón fue una traducción dada por Dios y no una creación hecha por el hombre? Hay muchas evidencias, pero por razones de tiempo me refiero a una sola, porque es personal para mí. Emma Smith dio el siguiente testimonio, según lo relató su hijo Joseph Smith III:

Mi creencia es que el Libro de Mormón es de autenticidad divina; no tengo la más mínima duda al respecto. Estoy convencida de que ningún hombre habría podido dictar los manuscritos si no hubiese sido inspirado; pues, cuando fui su escriba, tu padre me dictaba hora tras hora; y cuando retomábamos la labor tras las comidas o tras una interrupción, inmediatamente comenzaba donde lo había dejado, sin siquiera ver el manuscrito ni hacer que le leyese parte alguna de él. Así es como lo hacía usualmente. Habría sido poco probable que un hombre culto pudiera hacer esto; y, para alguien tan ignorante e inculto como era él, era simplemente imposible34.

Esto podrá parecer insignificante para algunos, pero a mí me parece asombroso. Durante treinta y cuatro años, como abogado, yo le dictaba regularmente a mi secretaria. Al hacerlo, a menudo me interrumpía una llamada telefónica o una pregunta. Después de tales interrupciones, invariablemente le preguntaba a mi secretaria: “¿Dónde estaba?”.

Pero José no estaba dictando ni escribiendo una obra nueva; él estaba recibiendo revelación por el poder de Dios y, por lo tanto, no necesitaba preguntar: “¿Dónde estaba?”.

Al fin y al cabo, la explicación de José Smith sobre la salida a luz del Libro de Mormón es la única opción viable sobre la mesa. ¿Por qué? Porque es tan cierto como puede serlo35.

Cómo podemos descubrir la verdad de una obra divina

Si yo les preguntara a mis buenos amigos cristianos cómo saben ellos que la Biblia es la palabra de Dios, creo que no citarían descubrimientos arqueológicos o conexiones lingüísticas con el hebreo o el griego antiguos como su evidencia principal; más bien, harían referencia al Espíritu. El Espíritu siempre es la respuesta. El Espíritu que me ayuda a saber que la Biblia es verdadera es el mismo Espíritu que me ayuda a saber que el Libro de Mormón es verdadero36.

El Espíritu es el factor decisivo y determinante, no la arqueología, la lingüística, el ADN y, desde luego, tampoco las teorías del hombre. El Espíritu es el único testigo seguro, certero e infalible.

Cuando era un jovencito de unos quince o dieciséis años, me puse a leer la historia de los dos mil hijos de Helamán. Me maravilló su valentía y la mano protectora del Señor. Entonces vino a mi mente un pensamiento: “Esta historia es verdadera”. Desde entonces, he recibido otras confirmaciones37.

¿Por qué es importante que ustedes reciban un testimonio personal del Libro de Mormón? Porque si lo hacen, se convertirá en su barra de hierro personal. Tal vez vengan vapores de tinieblas y surjan preguntas sin respuesta, pero a través de todo ello tendrán su barra de hierro a la que aferrarse, para mantenerse en el sendero estrecho y angosto que conduce a la vida eterna.

El Señor ha prometido que, si oramos “con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él [nos] manifestará la verdad. . .por el poder del Espíritu Santo” (Moroni 10:4). Si deseamos la verdad con todas nuestras fuerzas, si estamos dispuestos a pagar ese precio y ser implacables en esa búsqueda, la respuesta llegará con el tiempo.

Por ese poder prometido del Espíritu Santo, doy mi testimonio personal de que el Libro de Mormón es dado por Dios y que es todo lo que dice ser: un testimonio puro y poderoso de Jesucristo, Su divinidad y Su doctrina. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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Notas

  1. Doy las gracias a Matthew J. Grow y a otras personas del Departamento de Historia de la Iglesia que han sido de gran ayuda en sus comentarios y en la verificación de las fuentes históricas que aquí se utilizan.
  2. Joseph Smith, 28 de noviembre de 1841, HC 4:461; Joseph Smith, “History, 1838–1856, tomo C-1“, pág. 1255
  3. Alexander Campbell, Delusions: An Analysis of the Book of Mormon; with an Examination of Its Internal and External Evidences, and a Refutation of Its Pretensionces to Divine Authority (Boston: Benjamin H. Greene, 1832), pág. 13. Campbell también opinó que José “escribió en las planchas de Nefi, en su Libro de Mormón, cada error y casi toda verdad que se analizaron en Nueva York durante los últimos diez años” (Delusions, pág. 13).
  4. Campbell, Delirios, pág. 11.
  5. Más adelante, Campbell respaldó el argumento de que Sidney Rigdon había escrito el Libro de Mormón con la ayuda del manuscrito de Solomon Spaulding, argumento que se analiza más adelante. Véase Louis C. Midgley, “Who Really Wrote the Book of Mormon?: The Critics and Their Theories”, en Noel B. Reynolds, editor, Book of Mormon Authorship Revisited: The Evidence for Ancient Origins (Provo: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 1997), págs. 132, nota 18.
  6. En cuanto a esto, Fawn M. Brodie escribió: “Reacios a atribuir a José Smith conocimiento o talento, los detractores de los mormones en pocos años declararon que debe haber sido alguien más quien escribió el Libro de Mormón” (No Man Knows My History: The Life of Joseph Smith, the Mormon Prophet [Nueva York: Vintage Books, 1995], pág. 68).
  7. Publicado en “Last Days of Oliver Cowdery”, Deseret News, 13 de abril de 1859, pág. 48; énfasis en el original. En otra ocasión, Cowdery escribió:

Estos fueron días inolvidables: ¡Estar sentado oyendo el son de una voz dictada por la inspiración del cielo despertó la más profunda gratitud en este pecho! Día tras día yo continuaba escribiendo las palabras de su boca, sin interrupción, según él traducía con el Urim y Tumim. . . la historia, o relato, llamado “El Libro de Mormón”. [Latter Day Saints’ Messenger and Advocate, tomo I, nro. 1 (octubre de 1834): pág. 14; énfasis en el original.

  1. Si Oliver escribió el Libro de Mormón, uno debe preguntarse: ¿Cuál fue su motivo? No había fama duradera, ni dinero, ni poder duradero que ganar al guardar silencio en cuanto a su autoría; más bien, Oliver Cowdery fue excomulgado de la Iglesia. Si alguna vez hubo un momento para denunciar a José Smith como un fraude, fue este: su oportunidad de vengarse y declarar quién era el verdadero autor. Pero no sucedió tal cosa. Además, la transcripción original incluye la letra manuscrita de varios escribas, además de la de Oliver Cowdery, lo que demuestra que él solo no pudo haber sido su único autor.

Mientras estaba excomulgado de la Iglesia, Oliver juzgó un caso de asesinato como fiscal del condado. Al comienzo del juicio, el abogado defensor ridiculizó a Oliver y su conexión con José Smith y las planchas de oro. Con gran interés, los que estaban en la sala del tribunal esperaron la respuesta de Oliver. Oliver se levantó y declaró:

Señores del jurado, nunca he negado mi testimonio, que se adjunta a la primera página de El Libro de Mormón, y les declaro aquí que estos ojos vieron al ángel, y estos oídos míos oyeron la voz del ángel, y nos dijo que se llamaba Moroni; que el libro era verdadero y que contenía la plenitud del evangelio. [En B. H. Roberts, A Comprehensive History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Century One, 6 tomos. (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1930), 1:142; citando una declaración jurada del juez Charles M. Nielsen ante Adam A. Duncan, notario público del condado de Salt Lake, Estado de Utah, el 3 de diciembre de 1909; Archivos de la Iglesia SUD, Salt Lake City]

  1. Joseph Smith III informó que su madre, Emma, había dicho que “Sidney Rigdon y la familia Smith no se conocieron hasta después de la organización de la Iglesia”, lo que por supuesto fue después de que se publicara El Libro de Mormón (Joseph Smith III, “Letter to R. Patterson”, 20 de enero de 1883, en Saints’ Herald, tomo XXX, nro. 12, 24 de marzo de 1883): 179; Continuación de la carta de la semana anterior en Saints’ Herald, tomo XXX, nro. 11 (17 de marzo de 1883): pág. 162–64.
  2. Nancy Rigdon Ellis, según lo informó Edmund L. Kelley en “Correspondence”, Saints’ Herald, tomo XXXI, nro. 22 (31 de mayo de 1884): pág 339; emphasis añadido; Puntuación modernizada.
  3. En N. L. (Nels Lars) Nelson, The Mormon Point of View, tomo I, nro. 2 (1 de abril de 1904), pág. 184; puntuación modernizada; véanse también las págs. 183–185; véase también HC1:123.
  4. El doctor Philastus Hurlbut, un apóstata de la Iglesia, y Eber D. Howe, editor de un periódico que era hostil a la Iglesia, habían oído rumores de que existían algunas similitudes entre el manuscrito de Solomon Spaulding y el Libro de Mormón, así que obtuvieron el manuscrito de la viuda del Sr. Spaulding con la intención de imprimirlo y exponer el Libro de Mormón como un fraude. Sin embargo, para su gran decepción, no pudieron encontrar las similitudes que esperaban. Hurlbut admitió: “Obtuve un manuscrito..., en el cual, según se decía, el ‘Libro de Mormón’ estaba basado. ... Al examinarlo, descubrí que no contenía nada por el estilo, sino que era un manuscrito sobre un tema completamente diferente” (en declaración jurada, 10 de enero de 1881, citado en George Reynolds, “The Originator of the ‘Spaulding Story’“, Juvenile Instructor, tomo XVII, nro. 17 [1 de septiembre de 1882]: pág. 263).

A la luz de ese descubrimiento, esos conspiradores afirmaron que había otro manuscrito que era la fuente del Libro de Mormón, pero supuestamente se había perdido y, por lo tanto, convenientemente, no se podía comparar para ver si se había producido un plagio. Nunca se ha encontrado tal manuscrito “posterior”.

  1. James H. Fairchild, “Solomon Spaulding and the Book of Mormon”, Bibliotheca Sacra, tomo XLII, nro. 165 (enero de 1885): pág. 174; énfasis añadido; puntuación modernizada; véanse también las págs. 173–174. No es de extrañar que Sidney Rigdon, a quien falsamente se le acusó de haber utilizado el manuscrito de Spaulding para escribir el Libro de Mormón, lo llamara “un disparate ... [y] la más vil de las mentiras, sin siquiera la sombra de la verdad” (carta de Sidney Rigdon a los editores del Boston Recorder, 27 de mayo de 1839, citada en Parley P. Pratt, Plain Facts: Showing the Falsehood and Folly of the Rev. C. S. Bush, [a Church Minister of the Parish of Peover,] Being a Reply to His Tract Against the Latter-day Saints [Manchester: W. R. Thomas, 1840], pág. 14).

Oliver Cowdery ofreció este perjudicial testimonio adicional: “No lo escribió Sidney Rigdon. ni lo escribió el señor Spaulding; lo escribí yo mismo, a medida que brotaba de los labios del Profeta” (“Last Days of Oliver Cowdery”, pág. 48; puntuación actualizada).

  1. Incluso otros críticos del Libro de Mormón vieron las enormes deficiencias de esta teoría. Isaac Woodbridge Riley escribió: “La teoría de Spaulding, comúnmente aceptada, es insoluble de evidencia externa y refutada por evidencia interna” (The Founder of Mormonism: A Psychological Study of Joseph Smith, Jr[Nueva York: Dodd, Mead], 1902, pág. 172).
  2. Uno de los principales defensores de este argumento, Fawn M. Brodie, reconoció: “Así, mientras que View of the Hebrews era simplemente una mala erudición, el Libro de Mormón era una ficción sumamente original e imaginativa” (No Man Knows My History, pág. 48). Ella afirmó que, evidentemente, de alguna manera misteriosa e inexplicable, José Smith había hecho de mala uva (View of the Hebrews) buen vino (el Libro de Mormón), lo que no era precisamente un respaldo entusiasta para un supuesto acto de plagio.
  3. Algunos podrían preguntarse: ¿Por qué existen paralelismos posibles entre View of the Hebrews y el Libro de Mormón? Hay una explicación muy razonable. View of the Hebrews es una colección de leyendas y evidencias arqueológicas de ese entonces sobre los pueblos indígenas de EE. UU. Estas evidencias señalaban algunos puntos en común entre los pueblos indígenas y los antiguos hebreos. ¿Dónde se originaron estas leyendas y restos arqueológicos? Cuando la civilización nefita fue destruida, la civilización lamanita continuó, pero sin ningún registro escrito sustancial. Sus tradiciones e historia se transmitieron a las generaciones sucesivas, en gran parte como tradición oral. Algunas de estas historias o leyendas sin duda fueron alteradas con el tiempo, y otras, sin duda, contenían algo de verdad. Las que contenían algo de verdad podrían ser similares a relatos similares del Libro de Mormón, ya que podrían haber estado describiendo los mismos acontecimientos, uno a través del registro escrito de los nefitas, el otro a través de las leyendas e historias orales de los lamanitas.
  4. B. H. Roberts, Studies of the Book of Mormon, editado por Brigham D. Madsen (Urbana: University of Illinois Press, 1985), pág. 58. Algunos afirman que B. H. Roberts perdió su testimonio por este análisis realizado en 1922, pero eso es simplemente falso. En una carta de presentación al presidente Heber J. Grant y al Cuórum de los Doce Apóstoles, fechada el 15 de marzo de 1922, Roberts escribió:

Al escribir este, mi informe para ustedes sobre esos estudios, lo he hecho desde el punto de vista de una mente abierta, investigando los hechos del origen y la autoría del Libro de Mormón. Permítanme decir de una vez por todas, a fin de evitar lo que de otro modo requeriría una explicación repetida, que lo que aquí se expone no representa ninguna conclusión mía. Este informe que aquí se presenta es lo que pretende ser: un “estudio de los orígenes del Libro de Mormón” para la información de aquellos que deberían saber todo acerca de él a favor y en contra, así como lo que se ha producido en su contra, y lo que pueda producirse en su contra. Soy de la postura de que nuestra fe en el Libro de Mormón no sólo no ha sido quebrantada, sino que es inquebrantable, y por lo tanto podemos considerar sin temor todo lo que se pueda decir en su contra. [En Roberts, Studies, págs. 57–58; citado en Truman G. Madsen, “B. H. Roberts After Fifty Years”: Still Witnessing for the Book of Mormon“, Ensign, diciembre de 1983, pág. 13]

  1. En su artículo de la revista Ensign de 1983, Truman G. Madsen relató lo siguiente:

Poco antes de su muerte en septiembre de 1933, el élder Roberts recibió en su oficina la visita de Jack Christensen, un viejo amigo suyo. Christensen puso sobre el escritorio del élder Roberts una segunda edición del tomo de Ethan Smith. Durante la conversación, B. H. Roberts habló de su estudio del Libro de Mormón y luego le dio a Christensen su ponderado juicio: “Ethan Smith no participó en la formación del Libro de Mormón”. [Entrevista con Jack Christensen, 25 de abril de 1979; de Madsen, “B. H. Roberts After Fifty Years”, págs. 17–18]

Curiosamente, los críticos se apresuran a citar los posibles paralelismos que citó el élder Roberts, pero por alguna razón no citan su opinión decisiva y concluyente de que View of the Hebrews no desempeñó ningún papel en la formación del Libro de Mormón. Dejo que ustedes decidan la razón de esta recurrente omisión.

  1. Al comparar los pocos paralelismos frente a los muchos no paralelismos en estos dos libros, recordé el dilema del granjero que no podía distinguir un caballo de otro: ambos corrían a la misma velocidad, llevaban la misma carga y pesaban lo mismo. Finalmente, como último recurso, los midió y, efectivamente, el caballo blanco era seis palmos más alto que el negro. Tal es la diferencia entre el Libro de Mormón y View of the Hebrews.
  2. De forma similar, Isaac Woodbridge Riley opinaba que José Smith era epiléptico (véase Riley, Founder of Mormonism, págs 345–366).
  3. Harry M. Beardsley, Joseph Smith and His Mormon Empire (Boston: Houghton Mifflin, 1931), pág. 81.
  4. Brodie, No Man Knows My History, págs. 68–69; énfasis añadido.
  5. Dan Vogel señaló que “la teoría del crítico literario Bernard DeVoto de que las visiones y revelaciones de Smith fueron enteramente el resultado de delirios paranoicos no ha funcionado bien” (Vogel, Joseph Smith: The Making of a Prophet [Salt Lake City: Signature Books, 2004], págs. X–XI); véase también Bernard DeVoto, “The Centennial of Mormonism”, American Mercury, tomo XIX, nro. 73 (enero de 1930): pág. 5.
  6. Brodie, No Man Knows My History, pág. 49; énfasis añadido.
  7. Véase Robert D. Anderson, Inside the Mind of Joseph Smith: Psychobiography and the Book of Mormon (Salt Lake City: Signature Books, 1999); véase también William D. Morain, The Sword of Laban: Joseph Smith, Jr. and the Dissociated Mind (Washington, DC: American Psychiatric Press, 1998).
  8. Se afirma que esos supuestos trastornos mentales dieron a José el incentivo y el impulso para escribir el Libro de Mormón y también sirvieron como la fuente del tono y el tenor del libro.
  9. Véase Dan Vogel, Indian Origins and the Book of Mormon: Religious Solutions from Columbus to Joseph Smith (Salt Lake City: Signature Books, 1986), págs. 105–32. La sugerencia de que José Smith investigó y leyó una parte sustancial de esos libros o periódicos está muy lejos de la observación que su madre hizo de él de que estaba “menos inclinado a la lectura de libros que cualquiera del resto de nuestros hijos” (Lucy [Mack] Smith, History of the Prophet Joseph [Smith] by His Mother [Salt Lake City: Improvement Era, julio de 1902], pág. 84).
  10. José Smith se refirió a View of the Hebrews in Times and Seasons en junio de 1842 (doce años después de la publicación del Libro de Mormón); véase Joseph Smith, “From Priest’s American Antiquities”, Times and Seasons, tomo III, nro. 15 (1 de junio de 1842): pág. 814.
  11. Louis C. Midgley, un erudito de la Iglesia, agregó esta nota:

Los críticos del Libro de Mormón ahora parecen forzados a seguir la agenda establecida por Brodie: deben localizar fuentes del siglo XIX para todo su contenido. Y deben explicar cómo José Smith pudo localizar, digerir, seleccionar y luego moldear estos materiales en una forma coherente. [“Who Really Wrote the Book of Mormon?” pág. 129]

  1. Una vez le preguntaron a Emma Smith en una entrevista si José había leído algún libro o notas mientras dictaba. Ella contestó: “Él no tenía ningún manuscrito ni libro del cual pudiera leer. ... Si hubiera tenido algo así, no me lo habría podido ocultar” (en Joseph Smith III, “Last Testimony of Sister Emma”, Saints’ Herald, tomo XXVI, nro. 19, [1 de octubre de 1879]: págs. 289–90).

Noel B. Reynolds señaló: “Todos los relatos concuerdan en que José nunca se detuvo a repasar ni siquiera la página u oración anterior, y no utilizó notas, libros u otros materiales de referencia” (Reynolds, “Shedding New Light on Ancient Origins”, Brigham Young Magazine, tomo LII, nro. 1, [primavera de 1998]: pág. 39; citado en K. Douglas Bassett, Doctrinal Insights to the Book of Mormon, Volume One: 1 Nephi Through 2 Nephi [Springville, Utah: CFI, 2007], 134).

Como admitió un crítico: “El método de dictado de Smith no permitía la reescritura. Era una composición que consistía más o menos de un monólogo interior continuo” (Vogel, Making of a Prophet, pág. xix).  Creo que nunca he escrito una charla sustantiva o una tesis o un libro sin reescribirlo. ¿Y ustedes?

  1. Ciertamente hay otros capítulos magníficos sobre la Expiación, entre ellos, 2 Nefi 25, Jacob 4, Mosíah 15, Alma 34, Alma 40–42, Éter 12 y Moroni 8.
  2. Emma Smith, en “Last Testimony of Sister Emma”, pág. 290.
  3. Hugh Nibley, Lehi in the Desert; The World of the Jaredites; There Were Jaredites tomo V de The Collected Works of Hugh Nibley: The Book of Mormon, editado por John W. Welch, Darrell L. Matthews y Stephen R. Callister, Salt Lake City: Deseret Book, 1988), págs. 121–22.
  4. Emma Smith, en “Last Testimony of Sister Emma”, pág. 290; énfasis añadido.
  5. Recientemente, al volver a leer Doctrina y Convenios, recordé las múltiples ocasiones en que José Smith reconoció sus debilidades. ¿Cómo afecta eso su credibilidad en cuanto al origen del Libro de Mormón? Me dice que no era perfecto, pero que era honesto.
  6. Esto concuerda con las palabras de Nefi: “Y si creéis en Cristo, creeréis en estas palabras, porque son las palabras de Cristo” (2 Nefi 33:10; véase también Mormón 7:8–9).
  7. Algunas de esas confirmaciones han llegado en forma de impresiones de que debo ser una mejor persona. Respecto al Libro de Mormón, José Smith enseñó: “que un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro” (HC 4:461).
Tad R. Callister

Tad R. Callister, quien fue Presidente General de la Escuela Dominical de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pronunció este devocional el 1 de noviembre de 2016.